jueves, 21 de marzo de 2013

Etapa 9: La selva negra

Día 12

Tras otro magnífico desayuno, nos despedimos de Lena, la dueña del hotel de Schonwald, y emprendimos un trayecto que nos llevará a recorrer la selva negra alemana de sur a norte.

Os dejo unas fotos del acogedor hotel en el que nos alojábamos. 


Sala de desayuno

Detalle de la estufa

Jardín del hotel

Vista desde la habitación

Figuras de animales en el jardín

Hotel Haus Lena

Entrada al hotel

Ese día finalizábamos la jornada en Heidelberg.

Así que con las fuerzas renovadas, hinchamos nuestra rueda y nos pusimos en ruta.

Antes de comenzar con la primera visita de este esperado día, decidimos hacer una breve parada por una instalación que habíamos visto de pasada el día anterior. 

Se trata de un nuevo trampolín de saltos de ski, que aparece dominando todo el pueblo junto a la falda de la montaña. 

En él se disputa la copa del mundo femenina de saltos de ski.

Me pareció bastante increíble que una localidad como Schonwald tenga un trampolín de copa del mundo, y que en sus calles casi no haya farolas.

Aun así el trampolín se veía bastante más viejo y deteriorado que los que habíamos podido ver con anterioridad.


Trampolín de saltos de Schonwald

Nos despedimos de Schonwald, y pusimos rumbo norte hacia Triberg. 

Allí nos sumergimos en la Selva Negra o Schwarzwald en alemán. 

Recibe ese nombre por la gran densidad de sus bosques, que casi no dejan traspasar la luz del sol.

Triberg

A escasos 5 km nos encontramos la entrada de las famosas cataratas de Triberg. 

Aparcamos nuestro coche y pasamos bajo el arco que suponía el acceso a las Triberg Wasserfalle.


Acceso a las cascadas

El sendero por el que caminamos discurría junto al río Gutach entre un frondoso bosque de abetos.

Tras una pronunciada bajada, y sin querer pensar en lo duro que será la vuelta, llegamos al puesto de control de acceso. 

Allí enseñamos una tarjeta que nos dieron en el hotel. Gracias a ella nos ahorrábamos los 3€ de la entrada por estar alojados en la selva negra.


Plena selva negra

Río Gutach

Siguiendo el sendero junto al río

La rica flora del lugar

El pueblo de Triberg al fondo

A partir de ahí nos encontramos con los saltos de agua más espectaculares. 

En total hay 7 saltos de agua importantes, que suman 163 metros de desnivel. Esto la convierte en la sucesión de cascadas con mayor desnivel de Alemania.


Salto de agua principal

Vista desde lo alto de la cascada

Río y camino de la visita

Parte de la visita

Salto de agua

Conjunto de las cascadas

Hay tres rutas señalizadas para ver las cascadas: el camino de la naturaleza, el camino de la cultura y el camino de las cascadas, cada uno de una distancia determinada. 

Nosotros elegimos el de las cascadas, que era el más corto, ya que no queríamos tirarnos todo el día allí. 

A través de ese camino pudimos disfrutar las magníficas cascadas dentro de un entorno natural único.

Además a lo largo del camino nos encontramos con carteles donde nos explican la flora y fauna de la zona. 

Entre la fauna destacan los pajarillos típicos, y sobretodo las ardillas. Estas reciben casi más atención de los visitantes que las propias cascadas.
Pajarillo autóctono

Ardilla comiendo de la mano de un niño

Ardilla oscura
En los puestos de información y taquilla venden unas bolsitas con cacahuetes para atraer a las ardillas. 

Estas están más que acostumbradas a ello, ya que es normal ver un grupo de niños (y no tan niños) ofreciendo los cacahuetes, y una o dos ardillas yendo a por el fruto seco, escondiéndolo y regresando a por más.

Llegamos hacia la zona inferior del camino donde nos encontramos otra entrada al recinto de las cataratas.

Esta entrada está dentro del propio pueblo de Triberg.

Saludamos a la ardilla gigante y emprendimos el camino de vuelta.

Ardilla de madera

Paramos en la plataforma metálica para hacernos unas fotos junto a la zona más famosa de la cascada, y continuamos subiendo.

Cascadas

El ascenso empezaba a hacerse bastante duro. Incluso había carteles que recomendaban un recorrido alternativo para personas que no se encontraran en la mejor forma física.

Camino de vuelta al coche

Disfrutamos un poco más con las simpáticas ardillas, y recorrimos el duro tramo de ascenso que nos llevaba de nuevo al coche. La zona final es bosque cerrado, y el ascenso se endurece considerablemente.

Llegamos al coche con la lengua fuera y sudorosos, todo ello a pesar de no superar los 12ºC en ese momento.

Si tuviera que hacer una recomendación a los futuros visitantes, les diría que aparcaran el coche en el pueblo, y subieran únicamente hasta la zona del acceso alto. 

El resto son unos 15 minutos bastante duros de subida, que aportan menos belleza que el resto.

Nosotros una vez recuperados, bajamos hacia el pueblo y aparcamos en un parking que hay justo en el centro, junto al río.

Triberg es un pueblo pequeñito que se sitúa a lo largo de la carretera principal, y que en estos últimos años ha crecido bastante por el auge del turismo. 

Se han construido chalets y viviendas de lujo bosque adentro, que afean un poco el bonito paisaje de esta parte de la selva negra.

Triberg

Recorrimos las tiendas más típicas de este pequeño pueblo, y como no, caímos y compramos bastantes cosas.

la casa de los 1.000 relojes de cuco

Tienda de relojes de cuco

Calle principal de Triberg

Lo más tradicional de Triberg son los relojes de cuco. Todas las tiendas están inundadas por este tipo de relojes y sus simpáticos pajarillos.

Relojes de cuco

Se pueden encontrar relojes desde los 2€ hasta miles y miles. 

En una de las tiendas había una oferta y compramos un reloj de madera hecho a mano, y que ahora le da alegría a mi salón.

Tiene la peculiaridad de que solo canta el cuco cuando hay luz en la habitación.

También compramos miel y licor típicos de la selva negra.

Calle principal de Triberg

Río Gutach

Con nuestro cargamento volvimos al coche y nos encaminamos a ver una de las curiosidades de la región, los relojes de cuco más grandes del mundo.

El primero de ellos está a unos 300m del pueblo de Triberg, junto a una enorme tienda. 

Según los carteles era el más grande reloj de cuco construido, y estaba encaramado en lo alto de una casa. Se puede realizar la visita por dentro, pero no nos quisieron coger el vale por alojarnos en la selva negra, y decidimos verlo solo por fuera.


Reloj de cuco gigante
Cogimos el coche y atravesando nuevamente Triberg para llegar a la aldea de Schonachbach, donde se encuentra el (según los carteles) "reloj de cuco más grande del mundo". No nos pusimos a medir si era más grande que el otro, aunque este estaba acreditado por el libro Guinness de los records. .

Llegamos unos segundos antes de la 1 del medio día, y por muy poco nos perdimos ver salir al pajarito. Eso si, con todos mis respetos fueron los 2€ peor invertidos del viaje, ya que por esa cantidad lo único que haces es poder estar frente al reloj.

Este reloj es una casita con un coqueto jardín enfrente. 

Había varias familias cámara en mano hacíendose fotos con el reloj.

Reloj de cuco más grande del mundo

Entrada al reloj de cuco

De vuelta al coche, nos dirigimos por la carretera central de la selva negra en dirección a Freudestadt.

A 17 kilómetros de Triberg, cerca de Hausach, nos cruzamos con el Sommerrodelbahn Gutach. Esto es un descenso en trineo por unos railes, igual que el famoso tobotronc de Andorra. 

Eso si, este es menos de la mitad de largo que el que se encuentra en el alto de la Rabassa.

El rodelbahn

Como nos había gustado tanto el de Andorra, paramos en el parking. Junto al rodelbahn había un biertgarten y una zona de juegos para niños

Nos acercamos a la taquilla y sacamos 2 viajes individuales por 5€. 

Había familias enteras tirándose, y la verdad es que por ese precio nos lo pasamos muy bien bajando por sus rampas.

Tras ese receso, recorrimos los últimos kilómetros hasta Freudestadt.

Esta es una ciudad balneario muy famosa entre los alemanes, y en la que destaca su marktplatz, que es la más grande de Alemania.

Calle principal de Freudestadt

Aparcamos en la misma plaza y dimos un paseo por ella. En uno de sus extremos está la iglesia luterana de Freudestadt, y en el medio una curiosa fuente de chorros.
Nos encontramos además un autobús antiguo, que era una de las mayores atracciones de la plaza.

Markplatz de Freudestadt

Fuente de chorros

Ayuntamiento

Iglesia luterana

Autobús antiguo

Schwarzwaldhochstraße

Elegimos Freudestadt porque allí se inicia la Schwarzwaldhochstraße.

Esta es la carretera panorámica de la Selva Negra, que nos llevará a lo largo de 60km. hasta Baden Baden. 

Es una carretera con numerosos miradores desde los cuales podemos ver los valles de la Selva Negra, Alsacia, el Valle del Rin y los Vosgos. 

Circularemos a una altitud de 1.000 metros sobre el nivel del mar, teniendo su punto cumbre en Hornisgrinde de 1.164 m.

Paramos en varias ocasiones para disfrutar del fantástico paisaje.

Casa típica

Vista espectacular

La selva negra

La selva negra desde un claro

Espectacular vista

A los 15km nos desviamos dirección Oberkirch. Bajamos una empinada y estrecha carretera y tras pasar Oppenau llegamos a Oberkirch. 

Esta es una ciudad de 20.000 habitantes en pleno valle de la selva negra.

Casas típicas

Calle principal

Casas típicas con un canal

En su plaza del mercado se estaba celebrando la fiesta de la cosecha, donde se conmemoraba la nueva añada de vinos de la Selva Negra. 

Junto a esa plaza discurría un río cruzado por puentes repletos de flores.

Canal decorado con flores

Feria del vino

Llegamos a una plaza frente a la iglesia principal y nos sentamos en una terraza.
Allí pudimos disfrutar de uno de esos placeres culinarios que luego se recuerdan.

Pedimos una porción de tarta Sacher y otra de tarta Selva Negra.

Porciones de tarta

La Sacher es típica de Austria y consiste en dos planchas gruesas de bizcocho de chocolate separadas por una fina capa de mermelada y recubiertas con un glaseado de chocolate negro por encima y los lados.

La Selva Negra es típica de la zona donde nos encontrábamos, y se trata de una tarta recubierta de crema con virutas de chocolate sobre la parte superior y adornada con cerezas. Las capas interiores están hechas con de chocolate mojado con aguardiente de cerezas y entre las capas tiene un relleno de crema y mermelada de cerezas

La verdad es que las porciones eran muy generosas, y nos costó terminárnoslas. 

Nos llamó la atención que la terraza en la que estábamos estaba hasta arriba de gente, y el interior igual. Y todo el mundo pedía diferentes tipos de tarta.

Terraza en la plaza principal

Iglesia de la plaza

Ayuntamiento viejo

A lo lejos vimos las ruinas del castillo de Schauenburg, que domina toda la ciudad.


Castillo de Schauenburg

Casas típicas
Con el estómago bien agradecido volvimos al coche para continuar nuestro camino.

Nuestra siguiente parada fue en las cataratas de Oppenau.

La entrada a las cataratas están un par de kilómetros a las afueras del pueblo. Hay un miniparking junto a la carretera, y allí dejamos nuestro Clase B.

Cataratas

Entrada a las cataratas

Sillón hecho del tronco de un árbol

Esta vez empezamos la visita por la zona inferior, y la verdad es que es bastante más cómodo así que al revés.

Al igual que las de Triberg, estas cascadas no tienen un enorme salto de agua como puede ser la de Krimml, sino que son varios saltos pequeños a través de un largo recorrido.

Parte baja del río

Primeros saltos de agua

Estas cataratas fueron una grata sorpresa, ya que por internet hay poca información sobre ellas, y la verdad es que son tanto o más recomendables que las de Triberg o Krimml.

La visita se realiza por un sendero junto al río. Este sendero se convierte en escaleras para superar los desniveles que ofrece el terreno. 

Es diferente esta catarata porque el río discurre por un precioso cañón esculpido en las rocas de la montaña, que en ciertas zonas tiene más de 20 metros de profundidad.

Salto de agua

El paseo es bastante menos duro físicamente que el de Triberg, a pesar de los tramos de escalera. Eso si,  las vistas son magníficas.

Vista de la cascada

Cascada

Cascada

El río que discurre entre los abruptos cañones es el Lierbach, y en esa zona salva un desnivel de 83 metros.

Cañón, y paseo

Una vez que salimos del cañón continuamos junto al río hasta llegar a las ruinas Abadía de Allerheiligen o de Todos los Santos. Durante todo el recorrido hay carteles con la distancia que falta para llegar a la Abadía

Monumento de la parte superior

Unos metros antes de la abadía, hay una zona ajardinada, con fuentes bastante bonitas para sacar allí unas buenas fotos.

Fuente medieval

Por fin llegamos a la Abadía de Allerheiligen. Esta fue construida en 1192 y destruida por un grave incendio a principios del s XIX.

Abadía de Allerheiligen

Paseamos por lo que un día fuera el interior de la abadía, y emprendimos el camino de vuelta.

Ruinas de la nave principal

Muro exterior

Ábside

Maqueta de la abadía

Esta vez era todo prácticamente cuesta abajo, por lo que en unos 15 minutos estábamos de vuelta en el coche. 

Me parece muy recomendable la visita a estas cataratas, ya que el entorno natural en el que se encuentran es único, y además tiene como añadido el poder ver las ruinas de una abadía del sXII.

Camino de vuelta

Tras la visita a las cataratas, retornamos a la Schwarzwaldhochstraße a través de una sinuosa ascensión, cuyo desnivel no tiene que envidiar a un duro puerto de montaña.

Continuamos un tramo más de la Schwarzwaldhochstraße hasta el lago Mummelsee. 

Este es un lago glaciar con una circunferencia de poco más de 200m, y donde yo destacaría la sensación de uscuridad que nos transmitía en ese momento. 

Al estar rodeado de enormes abetos, y ser el día algo oscuro, desde el embarcadero da la sensación de que en lugar de agua hay un enorme y profundo agujero. 

Esto se acrecenta por el reflejo de los árboles y la oscuridad del agua.

Lago Mummelsee

Embarcadero

Embarcadero y Biergarten

Este lago tiene varias leyendas, cuenta una de ellas, que una mujer del agua venida del río Danubio, habitaba en lo hondo del escondido lago y volvía locos a los mozos de la región.
Y otra es una costumbre que por lo visto hoy día todavía se practica. Consiste en que las noches de luna llena y cuando hay buen tiempo, mucha gente acude hasta el lago, para hacer un picnic nocturno en el que no faltan el jamón ahumado y el licor de cerezas Kirschwasse. Se dice que puede verse al rey del lago y a sus sirenas como salen de las profundidades del lago para unirse al banquete

Junto al lago hay un enorme hotel-restaurante y una gran tienda de souvenirs. En esta última entramos a ver si había algo interesante, pero todo era excesivamente caro, y poco atractivo.

Hotel - restaurante

Se nota que el lago está en una zona de paso de bastantes turistas, porque lo tienen todo bien acondicionado para la recepción de visitantes. (amplio parking, embarcadero, tienda, cafetería, hotel...)

Tienda de recuerdos

De vuelta al coche, realizamos el último tramo de la Schwarzwaldhochstraße hasta llegar a Baden Baden.

Aparcamos cerca de la famosa Lichtentalesstrasse, y empezamos nuestra visita a la ciudad.

Baden-Baden creció notablemente en el s XIX, ya que la alta burguesía estableció su núcleo urbano como lugar de descanso Por la riqueza que inundaba la ciudad, surgieron grandes establecimientos termales, teatro, hipódromo y el casino, uno de los más lujosos del mundo.

Iglesia de Baden Baden

Casa junto al Kurhaus

La ciudad la componen en su mayoría lujosas viviendas unifamiliares, que sirven de segunda vivienda a sus acaudalados poseedores.

El casino se ubica en un edificio llamado Kurhaus, y enfrente hay un enorme jardín.

Llegamos a la Leopoldsplatz y enfilamos la avenida Sophiensstrasse repleta de tiendas de alto nivel.

Leopolsplatz

Centro de Baden Baden

De vuelta decidimos volver por una de las calles paralelas y nos encontramos con un restaurante Löwenbräu. 

Eran entorno a las 19:30h, y ya era prácticamente noche cerrada, por lo que decidimos unirnos al nutrido grupo de Alemanes que estaban cenando en ese momento.

Restaurante Löwenbräu

Menú
Comimos un magnífico Schweinebraten (cerdo asado), regado con una cerveza Franziskaner Dunkel (oscura).

Paseamos junto al río Oos, y pusimos rumbo de vuelta al coche..

El día había sido muy intenso, por lo que ya teníamos ganas de llegar al hotel.

Recorrimos los 89km que nos separaban de Heidelberg por una amplia autopista, y llegamos a nuestro último hotel, el Hotelo Heidelberg.




No hay comentarios:

Publicar un comentario