lunes, 4 de febrero de 2013

Etapa 7: Lago Costanza y Cataratas del Rhin

Día 10

Lago Costanza

Comenzábamos los últimos días de viaje con los ánimos y las fuerzas renovadas. 

Teníamos muchas ganas de conocer los paisajes y ciudades impresionantes que nos ofrece esta parte del viejo continente.

Este día teníamos por delante el mayor trayecto previsto de todo el viaje, con más de 500 kilómetros de recorrido entre Munich y la pequeña localidad de Schonwald.

Tras un buen desayuno, nos despedimos del Hotel Park Inn East para poner rumbo oeste en dirección a Lindau.

Comenzamos nuestro viaje con una situación bastante agobiante. 

La autopista se cogía prácticamente al lado del hotel, y fuimos hacia ella. El problema es que no habíamos realizado el pertinente inflado de la rueda, y la gasolina estaba cerca de la reserva. 
Pensamos que en la autopista no tardaría en llegar un área de servicio con su correspondiente gasolinera. 
Pero nos equivocamos. 
Pasaban los kilómetros, la aguja seguía bajando, y no aparecía ninguna gasolinera por el horizonte.

Cuando ya llevábamos más de 80 kilómetros decidimos tomar la siguiente salida y buscar en alguna ciudad o pueblo una gasolinera, ya que temíamos no llegar a la siguiente que hubiera en la autopista.
Preguntamos 3 o 4 veces y la gente no sabia donde había una gasolinera, eso me dejó un poco descolocado, ya que allí todo el mundo tiene coche. 

Por fin alguien nos dijo que a unos 2 kilómetros había una, por lo que alli pudimos repostar e inflar nuestra rueda.

De nuevo en la autopista por fin vimos la primera gasolinera, y ya habían pasado 100 km desde que salimos de Munich. Es como si entre Madrid y Ávila no hubiera ninguna gasolinera.

Pasado el susto, llegamos a Lindau.

Lindau es una ciudad situada junto al algo Costanza (Bodensee en alemán), cuya parte antigua se sitúa en una isla sobre el lago.

Aparcamos en un enorme parking que hay en la zona continental de la ciudad, y cruzamos el puente para acceder a la isla.

Puente de acceso a la isla

Lago Costanza

Paseamos por las bonitas calles peatonales hasta que llegamos a la plaza del ayuntamiento. Este tiene su fachada decorada con hermosas pinturas murales.
Plaza de Lindau

Calle peatonal

Ayuntamiento

Fachada principal del ayuntamiento

Plaza
Callejeamos un poco más hasta que llegamos al famosos puerto de LIndau.
 

Puerto de Lindau

Estación principal
Enfrente nuestro se encontraba el faro y el león de Baviera. 

Este fue el primer puerto que se construyó en el estado de Baviera, allá por el año 1856.

Faro y león de Baviera

Vista general del puerto
Esta es la zona más turística de la ciudad, y nos encontramos rodeados de espectáculos callejeros, japoneses y tiendas de souvenirs. 

A pesar de ser cerca de las 12:00 h, las terrazas ya estaban llenas de gente comiendo. 

Nosotros continuamos con nuestro paseo, y entramos en una tienda para comprar unos recuerdos. 

Lindau es un pueblo con mucho encanto, y merece mucho la pena acercarse alli, perderse por sus calles y disfrutar de la vista desde su puerto.

De vuelta al coche pagamos los 2€ del parking y seguimos nuestro camino.

Teníamos pensado parar en Fiedrischshafen, pero como nos habíamos retrasado un poco por el tema de la gasolinera, preferimos simplemente pasar con el coche por el centro y hacernos una idea.
Esta es una localidad netamente turística de relax, y es famosa por ser la sede de la compañía de aeronaves Zeppelin. Existe además el museo zeppelin en la localidad.


Museo Zeppelin
Nuestra siguiente parada fue Meersburg. Esta visita no entraba en nuestro planning inicial, pero viendo los comentarios positivos que inundaban los foros, decidimos darle una oportunidad. 

La verdad es que no nos defraudó para nada. 

Aparcamos en un pequeño parking cerca de la carretera principal, y nos sumergimos por las estrechas calles de Meersburg. 

Dominando toda la ciudad está el castillo del siglo XVII.
Meersburg

Castillo

Castillo
Continuamos a la altura del palacio nuevo, con su cuidada fachada de color rosa. Allí se nos ofrecía unas vistas magníficas del Lago Costanza.

Palacio nuevo

Como curiosidad pudimos ver un Zeppelin sobre nuestras cabezas, algo que no se suele ver todos los días.
Un zeppelin

Casa típica

Calles de Meersburg

El Lago Costanza tiene una superficie de 536 km2, y sus costas forman parte de 3 países: Alemania, Suiza y Austria. 

La verdad es que el lago es impresionantemente grande, y llama la atención ver que la orilla opuesta que estábamos contemplando pertenece a otro país (Suiza en este caso)


Barco en el lago Costanza

Lago costanza

Aprovechamos el buen día que hacía, y nos sentamos en una terraza de la plaza principal para comernos unos buenos platos de pasta. La verdad es que todo lo que consumimos y compramos en  el Lago Costanza tenía una magnífica relación calidad-precio.

Plaza de Meersburg

Vista de Meersburg

Bajamos junto a un molino medieval, y nos encaminamos por una estrecha calle rodeada de tiendas y restaurantes. Todas las casas tienen esa arquitectura tan característica de los pueblos alemanes.

Calle típica

Parte baja de Meersburg

Llegamos hasta la misma altura del lecho del lago y pudimos ver la zona más concurrida del pueblo.

Calle principal de la zona baja

Castillo presidiendo Meersburg

Concluida la visita emprendimos camino de vuelta al coche, eso si esta vez de subida.

Viñedos junto a la carretera

Aprovechamos que el coche estaba justo al lado de un supermercado, para hacer acopio de víveres para el viaje.


Cataratas del Rhin

Nos despedimos del Lago Costanza y nos encaminamos a la frontera Suiza. 
Cruzamos el paso fronterizo y nos adentramos unos pocos kilómetros hasta el municipio de Schaffhausen. 
Circulamos todo el tiempo por las carreteras convencionales suizas para no tener que pagar la costosa Vignette.

Frontera de Suiza

Al poco tiempo aparecimos justo al margen del Rhin, y seguimos los carteles de nuestro objetivo, que no es otro que las Cataratas del Rhin, o Rhinefalls.

Cartel con direcciín a las cataratas

Aparcamos en el enorme parking que hay situado junto al recinto de las cataratas. Como curiosidad, decir que el parquímetro solo se podía pagar en francos suizos o con tarjeta, aunque para cualquier otra cosa admitían euros.

Bajamos una pequeña cuesta, y nos encontramos frente a uno de esos grandes espectáculos que nos ofrece la naturaleza: las Cataratas del Rhin. 

Las Rhinefalls tienen 150 metros de anchura y 23 de altura, siendo así el mayor salto de agua de Europa central.

Rhinefalls
La vista es espectacular desde la zona del mirador.

El Rhin

A un lado de la catarata destaca el castillo de Worthensee, que se puede visitar y ofrece unas vistas magníficas del salto de agua.

La fuerza del agua

Nosotros nos acercamos al embarcadero para subir al barco que lleva a la roca central de la catarata. Hay varias rutas que se pueden hacer, pero desde nuestro punto de vista la más interesante era esta.

Pagamos 4€ por persona y nos encaminamos rumbo a la catarata. En esa zona el agua es absolutamente cristalina, y se pueden ver perfectamente los peces que rodean el barco.

El barco avanzaba despacio y poco a poco se dejaba llevar por la corriente hasta que en unos 5 minutos llegamos a la roca. Llegas a estar tan cerca de la catarata que casi se puede tocar el agua.

Arco iris sobre las cataratas

Roca central

Llegando en el barco

Del embarcadero sale una escalera que nos lleva a la parte más alta de la roca. Lógicamente todos los que salimos del barco buscábamos subir, por lo que se produjo un pequeño atasco. Aun así, mientras estamos subiendo, pudimos disfrutar de unas vistas magníficas de las cataratas.

La cascada de cerca

Por fin coronamos la escalera, y pudimos comprobar la gran fuerza que tiene la naturaleza con el constante bramar de las aguas al bajar por el salto de rocas. 
Es increíble la fuerza que llegan a coger las aguas de este río, que parecen tan calmadas unos metros más arriba.

Vista desde la roca

Vista desde la roca

Vista desde la roca

Vista desde la roca

Estuvimos unos minutos en lo alto de la roca, y cuando vimos que se acercaba un barco, decidimos emprender el camino de bajada hacia el embarcadero.

Aun impresionados, llegamos por fin a tierra firme. Desde mi punto de vista esta fue una de las visitas más espectaculares que hemos hecho. 

Un auténtico must digno de ser visitado.

Unos amigos que nos esperaban

La piscifactoría

Nos despedimos de Suiza por sus carreteras secundarias, y volvimos de nuevo a tierras alemanas.

El prado suizo donde parece que va a salir Heidi

Teníamos algo de prisa, ya que nuestro hotel del día solo realizaba el check in hasta las 20:00h, pero aun así hicimos un par de paradas más.

Frontera alemana

La primera de ellas fue unos 40 minutos después de abandonar Suiza. De repente la carretera serpenteó por un pronunciado descenso, y a nuestra izquierda aparecieron las aguas del famoso lago Titisee.

Lago Titisee

Otra vista del lago

Este lago es uno de los principales destinos turísticos para los alemanes.
Con apenas 1'3 km2 de superficie, se encuentra permanentemente surcado por numerosas embarcaciones de recreo.

Bordeamos el lago, y disfrutamos de una magnífica vista sobre él.

De nuevo en ruta, nos detuvimos en la cercana localidad de Hinterzarten. Allí está otro de esos colosos de la arquitectura deportiva, el trampolín de la Copa del Mundo de Saltos de Ski. 
Fue curioso, ya que una semana antes de empezar el viaje echaban una competición de saltos por televisión, y al ver el nombre de la ciudad, vimos que estaba justo en mitad de nuestro camino. Accedimos al trampolín por un sinuoso camino de tierra, y allí nos cruzamos un grupo de niños que salían con sus enormes skis,  tras finalizar su entrenamiento.

Trampolín de Hinterzarten

Tras unas fotos allí, continuamos nuestro viaje hasta el destino final en pleno corazón de la selva negra.
Este era uno de los hoteles que esperábamos con más interés, ya que se trata de una típica casa en medio de la famosa selva negra alemana. El hotel era el Landhaus Lena, en la pequeña localidad de Schonwald.

Es una casa típica de la zona con un precioso jardín rodeado de flores, y que nos proporciona un acogedor lugar para pernoctar.

Al llegar ya nos estaba esperando Lena, la dueña del hotel, para darnos las llaves de nuestra habitación.

La familia pato en el hotel

Nos aseamos y descansamos un poco, para después, buscar un sitio para cenar. Encontramos únicamente abierto en Schonwald el restaurante "Carlos", y allí cenamos más que decentemente.

Emprendimos entonces el camino de vuelta al hotel, para tomarnos un más que merecido descanso.






3 comentarios:

  1. Estupendamente explicado y buenas fotografías. Me ha faltado pasar de Meersburg a Constanza

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  2. Muchas gracias por el post, entonces no es necesario hacer cambios de monedas a francos no? Osea en las cataratas del rhin se puede pagar la vuelta en barco con Euros no? gracias de nuevo.

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  3. He estado allí ya varias veces, al menos 5 en el último año y siempre han sido unas escalas muy agradables: no tan cortas como para tener que correr por el aeropuerto, no tan largas como para querer morir. la-voz.net/biografia-de-jennifer-grant/

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