miércoles, 23 de enero de 2013

Etapa 5: Castillos del Rey Loco

DIA 6

El día amanecía nublado en el montañoso valle que rodea la ciudad de Innsbruck.

Desayunamos bien en el hotel, y empezamos el viaje. 

Este era otro de esos días muy esperados, ya que íbamos a visitar varias maravillas arquitectónicas mundialmente conocidas.

Nos pusimos en marcha, y lo primero que hicimos fue parar en la gasolinera más cercana para el ritual del hinchado de rueda.

Desde la gasolinera teníamos una gran vista del trampolín de Bersigel, y además estaba justo al lado de la Basílica Wilten, por lo que matamos dos pájaros de un tiro.


Basílica Wilten

Trampolín de Bersigel

Comenzamos el viaje camino de la primera parada, que es la localidad de Garmisch-Partenkirchen.

Garmisch pertenece a Alemania, y dista unos 45 km de Innsbruck. 

Para llegar hasta allí hay que subir un puerto, y se circula a través de un parque natural. 

Esto nos ofrece unas vistas formidables de la ciudad de Innsbruck y de todo el valle.

Garmisch-Partenkirchen

A los pocos kilómetros llegamos a la frontera Alemana, y nos despedíamos de Austria, que había sido nuestra casa durante 5 días.


Castillo

Casas típicas

El paisaje no variaba, y tras una pronunciada curva en descenso comenzamos a divisar Garmisch, y presidiendo todo el pueblo, el gran trampolín de saltos de ski.


Lateral del trampolín

Garmisch-Oartenkirchen es una localidad de 26.000 habitantes, que sirve como lugar de vacaciones a todos aquellos que quieran disfrutar de los deportes de invierno.

En Garmisch se celebraron los Juegos Olímpicos de invierno de 1936, y tiene una gran tradición en este tipo de deportes, en especial por su competición de saltos de ski de año nuevo.

Llegamos a la altura del pueblo, y nos acercamos al trampolín. Allí se celebra todos los días 1 de Enero la prueba de saltos de ski perteneciente al torneo de los 4 trampolines. ¿Quien no ha visto en año nuevo los saltos de ski?


Exterior del trampolín

La parte de la caída del trampolín está abierta al público, y allí hay gente haciendo footing, y preparando excursiones de trekking por la montaña.


Trampolín de Garmisch

El trampolín tiene más de 100 metros de altura, y es bastante más grande de lo que pueda parecer. 

Fue inaugurado con la prueba de saltos de 2008, jubilando al anterior trampolín construido con motivo de los JJOO de 1936. Es una estructura muy moderna, y que recuerda más a una escultura que a un trampolín.

Tras hacer unas fotos, volvimos a la ruta. Nuestro destino era Fussen, y distaba unos 60 km de Garmisch.


Río junto a la carretera

Castillo de Neuschwanstein

Siguiendo los carteles que indicaban el camino a los castillos del rey Ludwig II, llegamos a unos gigantescos parkings. Desde allí ya se podía ver uno de los monumentos más visitados y reconocibles de Alemania y de Europa, el Castillo de Neuschwanstein.

Desgraciadamente desde esa distancia pudimos constatar que las informaciones que habíamos leído en Madrid eran ciertas, una de las fachadas del castillo estaba cubierta por un andamio.


Castillo desde el parking

El Castillo de Neuschwanstein es visitado anualmente por más de 1,3 millones de personas, y disfruta de una situación privilegiada rodeado de montañas y con una enorme llanura con lagos al frente. 

En uno de sus costados se encuentra el desfiladero de Pöllat con su cascada, que era visible desde la habitación del rey.

El palacio fue habitado por el rey Ludwig II en 1884, hasta su incapacitación y muerte en 1986.
Se puede decir que es un castillo de cuento de hadas, tanto por su arquitectura, como por su entorno.

Además sirvió como modelo a Walt Disney para el castillo de la Bella durmiente, y el castillo de Hades de los Caballeros del Zodiaco.


Casa con la fachada pintada

Llegamos al centro de visitantes, y nos ahorramos una cola de más de hora y media porque llevábamos las entradas reservadas desde Madrid. 

Nuestra hora de entrada eran las 12:45, pero hay que estar entorno a una hora antes en las taquillas para recoger el ticket de entrada. 

Pasamos por la ventanilla específica de reservas, y en 2 minutos ya teníamos nuestra entrada en la mano. 

Compramos el bono de los castillos de Baviera, que sirve para visitar todos los castillos y palacios de Baviera que cuesta 40€ por pareja. Con este bono se puede entrar durante 15 días a más de 50 palacios y castillos de la región de Baviera.

El castillo está en lo alto de una colina, y se puede subir de tres maneras diferentes;
- A pie (entorno a 40 minutos cuesta arriba)
- En bus (10 minutos y 3€ ida y vuelta)
- En coche de caballos (20 minutos y 6€ solo ida)

Nosotros ya que estábamos por primera vez allí quisimos darnos el lujo, y subimos en coche de caballos.


Nuestro vehiculo de ascenso

Había bastante cola (sobretodo de japoneses), pero afortunadamente en el coche de caballos que iba a salir en ese momento había dos huecos libres, así que pasamos de estar los últimos de la cola, a subir justo al lado del conductor.

El camino es muy bonito, ya que discurre por el interior de un espeso bosque. Además según se gana altura se puede disfrutar de un excepcional paisaje, con la ciudad de Fussen y sus lagos a nuestros pies.


Fussen y sus lagos

Dentro del coche de caballos

En algo más de 15 minutos llegamos al aparcamiento de los coches de caballos. Es gracioso ver como los que bajan o suben andando te van saludando al pasar.

Tras una pequeña subida final llegamos a la zona de entrada al castillo. En esa zona hay varios puestos de comida y de souvenirs, y un panel electrónico donde indica el siguiente grupo que va a tener acceso al castillo.


Zona de esperaspan>

Teníamos un pequeño margen de 20 minutos, así que aprovechamos para comprar algo de comer y algunos recuerdos.

En la zona de espera hay una plataforma que nos permite disfrutar de una magnífica vista del castillo y su entorno. Desde allí nos pudimos hacer unas bonitas fotos, y ver por primera vez el Marienbrucke, al que posteriormente iríamos.


Fachada del castillo

Marienbrucke

Estaba llegando nuestra hora, por lo que subimos hasta la puerta de entrada del castillo. 

Allí hay unos tornos donde indican el grupo que está habilitado para pasar en cada momento. 

Como aun quedaban 5 minutos, me dio tiempo a subir unas escaleras y ver el magnífico patio central del castillo, así como una perspectiva general de la entrada.


Entrada principal al castillo

Interior del castillo

Entrada del castillo desde el patio

Patio de Neuschwanstein

Mis expectativas con Neuschwanstein estaban más que cumplidas en ese momento.

El castillo es espectacular, su entorno único, y el conjunto del castillo y el entorno, inigualable.

Por lo tanto con las expectativas más que colmadas, entramos dentro del castillo. Sin temor a caer en la exageración puedo decir que el interior del castillo está a la altura del exterior, sino lo supera.

El castillo está construido en estilo neogótico en ladrillo, aunque está revestido con piedra caliza y mármol.

Fue mandado construir en 1866 por el rey Luis II de Baviera, también conocido como El Rey Loco, con el fin de reproducir la arquitectura medieval

Nos dieron una audioguía en español. 

Entramos junto a un grupo de unas 30 personas, con un guía que iba activando con un control remoto las audioguías cada vez que entrábamos a una estancia. 

La ventaja de este método es poder apreciar las estancias en absoluto silencio, salvo por los comentarios que cada uno recibe de su audioguía.

Comenzamos la visita por las salas del servicio. 

Para ser de servicio, estas salas estaban muy bien decoradas, con pinturas mitológicas (en especial de Lohengrin el caballero del cisne), y unos muebles de un diseño muy moderno para la época.

No dejaban realizar fotos, por lo que pongo aquí algunas sacadas de internet.


Vestíbulo de entrada

Continuamos por la sala más fastuosa del castillo, el salón del trono. 

Esta sala está revestida por una enorme estructura de acero, y transmite la sensación de encontrarnos en un lugar sagrado. 

Se asemeja en su estructura al ábside de una iglesia, ubicando el trono del rey en el lugar en el que iría el altar. 

El salón del trono de Neuschwanstein curiosamente no tiene trono, ya que el Rey Luis II murió antes de que este fuera finalizado,  por lo que nunca se instaló allí. El techo está culminado por una cúpula estrellada, y se representan las figuras de cristo, los apóstoles y demás reyes y santos. 

El espectacular mosaico del suelo está formado por más de 2 millones de teselas.


Salón del trono

Salón del trono

Toda la modernidad que destila el castillo, se plasma en el edificio de vivienda real. 

Allí se calentaban mediante una calefacción central de aire caliente, además en todas las plantas se disponía de agua corriente.  Los inodoros contaban con desagüe automático.

A través de una instalación eléctrica de comunicación interna, el rey podía llamar a sus sirvientes y ayudantes. En el tercer y cuarto piso había conexión telefónica, contando con el primer teléfono móvil de la historia, que tenía una cobertura de 6 metros.

La siguiente estancia que visitamos se encuentra ya dentro de los aposentos privados del rey, y se trata de su comedor. Destaca sobretodo en la mesa del comedor un centro de mármol y bronce dorado de Sigfrido luchando con el dragón.

Continuamos la visita por el dormitorio del Rey Luis II,  presidido por una enorme cama de 2 metros de largo, con un dosel realizado en azul real. Toda su decoración está dedicada a la leyenda de Tristán e Isolda. 

Destaca también la zona de aseo privada del  rey con un grifo con forma de cisne plateado.

Asombra conocer que tardaron más de 4 años en decorar la habitación.


Dormitorio del rey

Algunas habitaciones se diseñaron explícitamente como lugares en los que se pudiera representar una ópera. 

En todas las estancias y en el corredor del castillo, la arquitectura y las obras de arte reflejan la mitología alemana que constituyó la base de las óperas de Richard Wagner

Proseguimos por una pequeña capilla, y a continuación el vestidor del Rey. En el vestidor llama la atención la pintura mural del techo, que representa un abierto cielo azul con todo lujo de detalles.

Continuamos por el salón, donde destaca un gran armario de maderas nobles. Toda esta sala está decorada con escenas de la vida de Lohengrin y los caballeros del grial.

Una de las habitaciones más destacadas es la llamada 'La Gruta'. En realidad es una cueva artificial increíblemente convincente, con estalactitas y una cascada. La Gruta fue creada para representar la ópera de Wagner 'Tannhäuser'. Desde la gruta se accedía al invernadero a través de una puerta de cristal corrediza inserta en la "roca".

La siguiente estancia era el despacho privado del rey. En esta habitación se encuentra una gran mesa de roble donde el rey pasaba gran parte de las horas del día, atendiendo a las obligaciones del reino, y sumergido en la lectura.


Gabinete

Despacho privado

Sala de columnas

Subimos unas escaleras y entramos en la Sala de los Cantores. 

Esta es junto con el salón del trono la estancia principal del castillo. La sala es absolutamente espectacular, con una decoración exquisita, y llena de detalles. 

En esta sala nunca tuvieron lugar grandes banquetes o conciertos de música: Luis II creó aquí un monumento a la cultura caballeresca medieval y al mundo de las sagas. Tannhäuser, Parsifal y Lohengrin fueron figuras con las que el rey se identificaba ya desde su juventud. 

 
Sala de los cantores

Aun maravillados, continuamos la visita por la cocina. En la cocina se instaló un sistema de calentamiento basado en estudios de Leonardo Da Vinci, e incluso disponía de agua corriente caliente y fría. Los alimentos no tenían que subirse por las escaleras, pues tenían su elevador.

Desgraciadamente allí concluía la visita. Salimos totalmente maravillados, puedo decir, que el interior del castillo está al nivel del exterior. Se tarda unos 40 minutos en visitar todas las salas, y salvo por la cantidad de gente que hay, es simplemente IMPRESCINDIBLE.


Maqueta del castillo

Salimos por una estancia que conduce a una tienda de recuerdos. 

Una vez en el exterior vimos que estaba literalmente diluviando, así que paraguas en mano bordeamos el castillo para ir en busca del Marienbrücke. 

Se tardan unos 10 minutos en llegar desde la salida del castillo hasta el puente, eso si, la lluvia hacía el paseo poco agradable. 

Llegamos al Puente de María (Marienbrücke en alemán), que es una construcción de acero y madera sobre un desfiladero de casi 100 metros de alto.

El puente fue un regalo de cumpleaños del Rey Maximiliano II (padre de Luis II), a su esposa María en 1850, para que esta admirara la impresionante naturaleza de la época. 

Justo a los pies se encuentra el río Pöllat, que surge de la montaña en una vertiginosa cascada.

Pero no es la naturaleza en si lo que nos lleva a pisar los centenarios tablones de madera del Marienbrücke, sino la espectacular vista que desde allí podemos admirar del castillo de Neuschwanstein.


Castillo de Neuschwanstein

La pena es que la lluvia no permitía disfrutar cómodamente de la vista, aunque le daba un aspecto especial al castillo. 

Al fondo se funden los muros del castillo con los lagos de Baviera, que podemos apreciar al horizonte. 
El espectáculo es magnífico, y solo por esa vista merece la pena el viaje.


Cascada del río Pollat

Eso si, no recomiendo el puente a las personas con vértigo, ya que además allí siempre hay bastante gente, y los tablones se doblan bastante bajo nuestros pies, lo que produce una ligera sensación de fragilidad.

De vuelta a tierra firme bajamos unos metros para llegar a la parada del autobús. 

Pretendíamos bajar andando, pero el diluvio continuaba, así que decidimos no mojarnos tanto y bajar en bus.

A los 5 minutos ya estábamos de camino, por el módico precio de 1€ por persona.

De vuelta al centro de visitantes, sacamos las entradas para el segundo castillo del día Hohenschwangau

Castillo de Hohenschwangau

Nos dieron entrada a las 15:30h, por lo que teníamos margen para descansar un poco, e ir al coche para ponernos algo más apropiado para la incesante lluvia.


La Jagerhaus

Hohenschwangau fue construido por orden del Rey Maximiliano II de Baviera, padre del rey Luis II.


Castillo de Hohenschwangau

Es un castillo de estilo neogótico de muros amarillos y formas delicadas. 

Aunque más que un castillo propiamente dicho es un Palacio, pero la denominación permanece porque se levantó sobre las ruinas de un edificio medieval erigido por guerreros durante el S.XII.

 
Torre del castillo

Fuente

Torre con escudo de Baviera

Fuente de los leones

Vista desde el castillo

El omnipresente cisne

Llegó nuestro turno, y entramos al castillo. La operación era similar a la de Neuschwanstein, un guía nos acompañaba por las estancias, y activaba las audioguías a medida que avanzábamos.


Entrada al palacio

La visita se centra en las dependencias privadas de los reyes Maximiliano I y María de Baviera.
La visita comienza con unas estancias que servían para atender a las visitas más distinguidas, así como un salón con una enorme mesa de billar. Además hay un gran comedor con una enorme mesa en el centro.

Pasamos a visitar las estancias de la reina, situadas en un piso distinto de las del rey. 

Todas las habitaciones están amuebladas con suntuosos detalles, y se incluyen numerosos regalos realizados por diferentes personalidades a los reyes.

Continuamos por las estancias superiores, que contienen las dependencias privadas del rey. 

Destaca el dormitorio real, y la habitación desde donde el rey Luis II vigilaba la construcción de Neuschwanstein con un  telescopio. 

Como curiosidad  destaca uno de los primeros ascensores de la historia, que mandó construir el rey para salvar la escalera de acceso a sus dependencias privadas. El ascensor construido a mediados del S XIX sigue funcionando. 

En el dormitorio del rey hay una puerta oculta, que da paso a una escalera de caracol que lleva directamente al dormitorio de la reina.


Salida del castillo

En poco más de 30 minutos finalizamos la visita.

Recomiendo a quien haga la visita a los castillos, que visite antes Hohenschwangau que Neuschwanstein, ya que si se hace como nosotros, el castillo de los padres de Luis II no impresiona para nada.

Salimos por la zona de atrás, por un paseo que nos lleva junto al lago Alpsee hasta la zona de los parkings.


Lago Alpsee

Con pena nos despedimos de los castillos y pusimos rumbo a Oberammergau.

Palacio de Linderhof

Recorrimos unos 48 km hasta llegar a Oberammergau.

La lluvia volvía a caer intensamente, por lo que no nos entretuvimos mucho en el pueblo.

Oberammergau es también conocida por la alta calidad y cantidad de frescos en las fachadas de varias de sus casas, conocidos con el nombre alemán de "Lüftlmalerei"

Además eran cerca de las 17:00h, y la última entrada al palacio de Linderhof era a las 18:00h.

Según los foros, el palacio de Linderhof estaba cerca de Oberammengau, pero realmente se encuentra a más de 15 kilómetros.

Hay que seguir la carretera dirección Garmisch, y a unos 10 km tomar un desvío a la derecha que nos lleva primero al pueblo de Linderhof, y un poco más adelante al palacio.

Llegamos al parking, que como siempre es de pago (3€ esta vez), y nos dirigimos a la zona de los tickets.

Enseñamos nuestro bono de los palacios bávaros, y nos dieron las entradas para las 17:30h.

Faltaban menos de 10 minutos y el palacio está algo retirado de la taquilla, por lo que tuvimos que andar con algo de prisa.

El palacio está absolutamente aislado de la civilización, dentro de un espeso bosque y rodeado de lagos y fuentes.


Fuentes de Linderhof

Jardines de Linderhof

Detalles de los jardines

Su construcción finalizó en 1886, y es el único de los castillos que el Rey Luis II vio terminado.
El edificio es bastante pequeño, 30 x 27 metros, y está decorado en estilo rococó.


Palacio de Linderhof

Era uno de los lugares preferidos del rey para descansar, ya que no recibió allí prácticamente ninguna visita. Vivió 8 años entre sus muros.

A pesar de la lluvia, las prisas y el ya incipiente cansancio, íbamos a vivir uno de los momentos más memorables de todo el viaje. 

Llegamos a la entrada del palacio justo a las 17:30h, y al igual que en los anteriores castillos había un panel luminoso con los turnos de las siguientes visitas.

Pero había una gran diferencia, estábamos absolutamente solos allí.

Se abrió la puerta del palacio, y un chico (que sería nuestro guía) nos preguntó si éramos los visitantes con el turno de las 17:30h. Le contestamos afirmativamente, y nos hizo pasar al vestíbulo, ya que la intensa lluvia resultaba muy incómoda para esperar a la intemperie.

Nos instó a esperar 5 minutos por si venía alguien más, y sino empezaríamos la visita.

Afortunadamente no vino nadie más, y el guía al oírnos hablar en castellano nos preguntó si queríamos hacer la visita en nuestro idioma, en vez de en alemán o inglés.

En este palacio no hay audioguías, sino que en cada chimenea hay un reproductor que es activado por el guía para que la explicación se oiga por unos altavoces ubicados en cada estancia.

Lógicamente le dijimos que si, así que comenzamos la visita "privada" y en castellano al palacio de Linderhof.

Al igual que en Neuschwanstein está terminantemente prohibido hacer fotos, por lo que las que pongo aquí son sacadas de internet.

El rey Luis II admiraba profundamente a los reyes franceses del siglo XVIII, en especial a Luis XIV. Una estatua ecuestre del rey sol preside el vestíbulo principal del palacio.


Vestibulo del palacio

Homenaje al rey sol

Además Luis II quedó fascinado por el palacio de Versalles, y quiso asemejar muchas de sus construcciones al palacio francés.

En el vestíbulo comienza la visita, siendo guiados por una locución en español, que era activada por nuestro guía, y que nos explicaba cada rincón del palacio. Comienza ahí uno de los mayores espectáculos para la vista que he tenido el placer de presenciar.

En el palacio hay dos cuartos de tapices. 

En uno de ellos se realizaban representaciones musicales. Hay varios tapices de la prestigiosa fábrica parisina de Gobelin.

En cada una de las salas hay unas enormes figuras de porcelana de pavos reales. 
Estas figuras se colocaban en el camino de acceso al palacio cuando el rey estuviera allí. Esto lo hacía para que ningún habitante de un pueblo cercano se acercara al palacio y perturbara la placida soledad del rey.


Uno de los pavos reales

Proseguimos por la sala de audiencias. En esta sala el rey Luis II no realizó nunca una audiencia, pero no podía dejar de representar el ostentoso poder que representa la monarquía absolutista que él idolatraba.

En esta estancia destaca sobretodo el trono con penachos de plumas de avestruz, y dos mesas de malaquiita que le servían como estudio.


Sala de audiencias

Esas estancias son realmente magníficas, pero la espectacularidad llega a sus mayores cotas con las dependencias privadas del rey.

Como Linderhof era considerado más una residencia que un palacio para recepciones oficiales, el rey Luis II  cuidó muchísimo los detalles de sus dependencias privadas.

Entramos en su dormitorio. 

Nos quedamos absolutamente sin palabras, con la boca abierta. 

La habitación donde dormía el rey Luis II tenía cerca de 200 m2, tenía las paredes están decoradas con pan de oro, lo que da una gran sensación de luminosidad. 

Pero lo realmente impresionante es la cama que preside toda la estancia. Su longitud es de más de 2 metros, y se encuentra en una posición elevada rodeada de un baldaquino y cubierta por un inmenso dosel de color azul regio. 

Coronando la estancia hay un espectacular candelabro de cristal con capacidad para 108 velas. 

El dormitorio goza de unos enormes ventanales, que permitían al rey disfrutar de una vista privilegiada de los jardines del palacio. 

Es posiblemente el dormitorio más espectacular que haya visto nunca.


Dormitorio real

Aun maravillados por el espectacular dormitorio continuamos por el comedor del rey. 

Esta es una estancia mucho más pequeña que el dormitorio, y que consta de una amplia mesa con una única silla. Todo ello rodeado de suntuosa decoración.

El rey no quería ser molestado por nadie, incluido el servicio, por lo que diseñó una mesa que podía ser bajada con un elevador directamente a las cocinas, para que los sirvientes colocaran allí su comida y la subieran mecánicamente hasta el comedor. 

Así el rey no tenía que tener contacto con los sirvientes a la hora de realizar sus comidas.

A pesar de eso el rey rodeo su mesa con retratos de los reyes franceses del siglo XVIII con los que mantenía largas conversaciones imaginarias mientras comía.

Junto al comedor hay varios gabinetes cuyas paredes están pintadas con diferentes colores. En ellos además de pinturas de reyes franceses y las amantes de estos, encontramos muebles de gran valor artístico.


Gabinete

Sala morada

Para culminar la visita nos adentramos en la sala de los espejos, que es una sala que el rey utilizaba para sus largas sesiones de lectura. 

En ella hay dispuestos varios espejos que utilizando el reflejo de uno en otro, producen un curioso efecto, y le dan mayor luminiscencia a la sala.

Destaca allí también una alfombra de plumas de avestruz y sobretodo un candelabro realizado íntegramente en marfil con 16 ramas y un valor incalculable.


Detalle de la sala de los espejos

Candelabro de marfil

Sala de los espejos

La visita es espectacular, a pesar de que antes habíamos quedado maravillados con Neuschwanstein, salimos con la boca abierta. 

Es absolutamente espectacular. Para mi fue uno de los mejores momentos del viaje, ya que a lo impresionante del escenario, se le une que la visita fue prácticamente privada y en español.

Salimos de Linderhof y desgraciadamente tuvimos que dejar para otro día otro de los atractivos del palacio, que es la Gruta de Venus. Esta es una cueva artificial inspirada en la ópera Tannhauser de Wagner.

Al salir aun estaba lloviendo intensamente, por lo que no pudimos disfrutar de los jardines del palacio como estos se merecen.


Linderhof

Nuestro ultimo evento del día fue una agradable cena con unos amigos en las cercanías de Grafing.

Nuestro hogar de ese día y del siguiente se encontraba en el hotel Gästehaus Kirner, cerca de la localidad de  Bad Feilnbach. 

Este más que un hotel, era una casa. Teníamos para nosotros toda la planta inferior del edificio, y disponíamos de cocina y varios jardines. 

Era un lugar algo apartado de la civilización, por lo que nos resultó ideal para descansar del ajetreado día que habíamos tenido.


3 comentarios:

  1. Tus publicaciones sirvan para que otros que no podemos viajar, por diversos motivos particulares, podamos disfrutar de la belleza del mundo. Todas preciosas, un saludo desde OLIVARES-SEVILLA.

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  3. Hola!
    Lo sabéis lo bien que nos está viniendo vuestro blog, es fantástico!

    Estamos preparando un viaje parecido para este verano y nos estamos volviendo locos con el bono de los 50 castillos. Cuando entramos en la página de los castillos, lo único que vemos es un pdf sobre las condiciones, pero no hay compra on line para ese bono.
    Hemos encontrado un enlace donde se compra pero nos mandan el bono por correo con un coste adicional de 5 € y lo que es peor, no se pueden reservar las horas para la visita guiada. ¿Nos podríais decir cómo, dónde lo comprasteis vosotros?

    Muchas gracias por vuestra ayuda.

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