lunes, 25 de junio de 2012

Día 1 Madrid - Ustka

Día 1 Madrid - Ustka

Con las maletas cargadas de ilusión;y de banderas de España, pusimos rumbo al aeropuerto de Barajas. Se nos presentaba delante nuestro un viaje agotador, pero que no podía ilusionarnos más.
Degustamos nuestro último bocata de jamón ibérico, y embarcamos a las 12:15h. en nuestro vuelo de Lufthansa con destino a Munich.
Nos deleitamos con la imponente silueta de los alpes suizos, y llegamos a Munich tras hora y media de vuelo, con apenas 10 minutos de antelación para tomar nuestro enlace hacia Berlín. En este primer vuelo nos dieron de comer un sabroso pollo con arroz, algo que se agradece, ya que en el resto de aerolíneas con las que había viajado, no nos habían dado ni un vaso de agua.


Los alpes desde el avión


En Munich fue visto y no visto, una visita al baño y a embarcar. No nos dio tiempo ni a bebernos un café de las máquinas gratuitas que había.

En unos 45 minutos llegamos al aeropuerto de Tegel en Berlín. El aeropuerto muy pequeño y viejo, ciertamente impropio de un país como Alemania. Nos costó un poco encontrar la zona de alquiler de coches, ya que no hay mostradores en la terminal, sino que está en un pequeño edificio fuera del aeropuerto.


Aeropuerto de Tegel

Tal y como teníamos reservado, nos entregaron un volswagen golf y pusimos rumbo a Polonia. 

 
Nuestro VW Golf

Eran más o menos las 17:15h., y queríamos hacer el mayor número de horas de carretera posibles de día, ya que no sabíamos que carreteras nos íbamos a encontrar. El GPS marcaba una previsión de más de 5 horas para los 370km que teníamos por delante. Los primeros 120 km discurrían por suelo alemán, y las autopistas permitían llevar una velocidad bastante alta, ya que había varios tramos sin límite de velocidad. Tuvimos un pequeño despiste en unas obras, y un tramo en el que el coche parecía que se iba a desmontar por lo mal que estaba la autopista. Eso era una mala señal, ya que si en Alemania hay ese tipo de carretera, como serán las de Polonia...
Cruzamos la frontera en Kolbascowo y empezamos nuestra aventura en Polonia.

 
Frontera de Polonia

Había un contriol policial bastante grande en la frontera, pero afortunadamente no nos tocó pararnos. Los primeros kilómetros eran por una autopista muy buena, pero la alegría acabo pronto, y unos 20 km después de la frontera comenzaron las verdaderas carreteras polacas. Se podría decir que son como las antiguas carreteras nacionales españolas, pero con la diferencia de que la linea del arcén era en su mayor parte discontinua. Eso significaba que los vehículos lentos circulaban por el arcén para facilitar adelantamientos, y que cuando alguien venía de frente adelantando, debíamos meter nuestro coche en el arcén para evitar la colisión frontal.
Las primeras veces es algo que sorprende y pone bastante nervioso, pero después en cuanto ves venir un camión de frente, automáticamente metes las ruedas en el arcén por lo que pueda pasar.


Carretera polaca con arcén discontinuo

La verdad es que las carreteras están bien asfaltadas, con rectas enormes entre bosques, donde se podía circular a buena velocidad. El problema estaba en que la carretera pasaba por todos y cada uno de los  pueblos que nos encontramos. Aunque sean 3 casas sueltas, ya suponía tener que reducir a 50 km/h y bajar considerablemente la media de velocidad.
La noche se nos echaba encima lentamente, así que decidimos parar a cenar. A lo largo de la carretera pasamos por varios "grill" aunque ninguno nos dio excesiva confianza, así que decidimos ir sobre seguro y paramos en un McDonald's en la localidad de Koszalin, a unos 60 km de nuestro destino. Pagamos por primera vez con Zlotis, que es la moneda local polaca, y que equivale a 0,25€, por lo que 4 Zlotis es 1€.


Un supuesto "grill"

Por unos 50 Zl cenamos los 3 en el McDonald's, por lo que ya pudimos ver que los precios eran bastante más baratos que en Madrid.


Un pueblecito de la Polonia profunda


Carretera polaca de noche

Con el estómago lleno enfilamos la última parte del viaje. El GPS nos jugó una mala pasada y nos desvió por una carretera mucho peor que la que llevábamos anteriormente. Esta carretera (por llamarla de alguna forma) era estrechísima, con enormes árboles a cada lado, que hacía imposible superar los 60 o 70 km/h. Esos últimos 35 km se nos hicieron bastante largos, pero por fin sobre las 22:45 h. llegamos a nuestro destino intermedio; Ustka.

Ustka es una pequeña ciudad costera, situada a unos 155 km de Gdansk, nuestro destino final. Decidimos pasar una noche ahí para no llegar a Gdansk de madrugada, y que la paliza no fuera tan grande.
Ustka es uno de los destinos turísticos playeros preferidos por los polacos, y tiene dos grandes playas de arena fina divididas por el río Slupia Teníamos reservada una noche en el hotel Dom Wypoczynkowy Sloneczna, que resultó ser una especie de resort con pequeños apartamentos, campo de baloncesto, voley playa...


Hotel Dom Wypoczynkowy Sloneczna


El recepcionista nos estaba esperando especialmente a nosotros, ya que le habíamos avisado de que íbamos a llegar algo tarde. Nos acompañó a nuestra habitación y después nos trajo unas mantas y 3 cervezas de regalo. Fue muy amable con nosotros y hablaba un buen inglés.

Dejamos nuestras cosas y decidimos dar un paseo por Ustka. A pesar de ser sábado por la noche no había nada abierto para tomar algo, y poquísima gente por la calle. La playa estaba a 5 minutos andando del hotel y tenía muy buena pinta. Paseamos hasta el faro, y vimos el puerto de la ciudad.


Estatua de la virgen que protege el puerto de Ustka


Faro de Ustka


Como no había gran cosa que hacer allí, y el cansancio de las más de 10 horas de viaje empezaba a pasar factura, decidimos volver al hotel a descansar.

Este es nuestro recorrido del día:



Ver mapa más grande

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